En un mundo, sin principio ni fin, existía una pequeña roca, era larga, aunque un poco plana, ¿de dónde salió?, nadie lo sabe, talvez de otra más grande, aunque ninguna roca quedaba cerca de esta, a pesar de su existencia nunca llego a conocer un familiar, la roca estaba sola.
La roca se enamoró, no fue de la hermosa luna, menos de sus compañeras las estrellas, fue de una flor; no era sobresaliente, no era diferente, era sencilla, pero con un tierno color. El día pasaba y la noche seguía. La roca nunca dejo de verla, y no era por su desafortunada condición, sino porque así lo quería y la vida lo favorecía.
Un día, la roca descubrió el gran secreto de la flor, esta, aunque silenciosa, y poco notoria, estaba enamorada del sol. Este gran rival, era alguien que hacía algo que la roca nunca podría, llenaba de vida a la flor. El sol, con solo su presencia, hacia feliz a tan sencilla flor. La roca siguió viendo a la flor, la vio ser feliz, la vio crecer y volverse alguien hermosa, solo por y para el sol.
La flor un día dejo caer un pétalo, uno lleno de angustia, era el fin del verano, este pétalo, significaba tristeza y soledad. el calor que le brindaba el sol estaba desapareciendo. La roca, siguió viendo, Aunque él sufría por la flor, ¿sentía empatía? o talvez se reconocía con la flor, por su amor no correspondido.
El pétalo descendió, muy lento, esta vio todo su amor, todo el cariño, toda su vida junto al sol, unos breves segundos eran meses y finalmente, colapso, y por desgracia en medio de su enamorado; la roca.
La roca sintió el delicado y casi muerto pétalo de flor, sintió dolor, tristeza y soledad. A pesar de ser duro y fuerte, fue destrozado, por el dolor de su amor. Un delicado rose, fue suficiente para acabar con su vida y así, la roca murió, sintiendo el dolor de aquello que amo.
Lo único que quedo ese día, fueron fragmentos de una roca y una flor marchitada, ya no había amor, solo olvido, tan frio que solo queda un oscuro paisaje, que hasta el día de hoy persiste.