Siento el frío rumor de la ventisca
desgarrarme la espalda
el pecho cruje soledades,
el vientre ruge famélico
y el cerebro zozobra entre corales.
Que yo ya no soy yo
crepitan los espejos.
la sombra me rehuye
y enmudecen los ecos
de mis cuatro paredes,
los parpados se tornan transparentes
y el alma se acongoja entre las nieblas
de la lúgubre nada,
Y canto para espantar el miedo
pero el miedo sonríe con desprecio,
sabe que me tiene entre sus garras
desde hace milenios,
la escarcha empaña mis cristales
con sus dedos crispados
y el fuego del hogar, agonizante
deja escapar su espíritu en pavesas .
Y me lanzo a la calle del olvido
babeando los charcos
resbalando en las plastas traicioneras
y reptando en los baches,
buscando una taberna cochambrosa
donde ahogar mis angustias
pero el sino bosteza
me he dejado olvidadas la cartera
el llavero y las gafas
y las viejas zapatillas empapadas
ya no alcanzan mi zulo
me refugio entre las fauces de un cajero
vomitando mi hastío
y me pierdo bajo un lecho de cartones
empapado y mugriento.