Un pueblo que asusta.
Un sheriff de mierda.
Un tipo que impone su atractiva
apariencia y su buena costumbre.
Un tipo con el alma muy sucia.
Eso parece.
Se pasea por las calles de Marte
en busca de reclutas para colonizar su alma.
Y yo, que tan solo soy un marciano más,
trabajo para obtener esa capsula de energía
que en Planeta Tierra llaman comida.
O eso parece ser lo que dicen cuando enfoco
el telescopio a la boca de los Terrícolas.
Una imagen Difuminada y una vida similar a la mía.
Parece que es un mal en cada colonia de seres vivientes.
¡Otra vez esa maldita alarma!
Acá en este rincón apartado en Marte
la oscuridad es muy prolongada,
y cuando sale la luz, hace daño.
Es tan fuerte que me quema la piel y me daña la vista.
Me gusta la oscuridad. El cielo en este planeta
se ve más estrellado, el azufre es menos caliente.
Y mi trabajo, el de ir colonizando y extorsionando criminales
interplanetarios es más encantador en esta etapa.
Por eso, de vez en cuando me siento en ese sillón,
en esa ventana, frente a ese enorme telescopio
para observar a los seres humanos.
Y le envío luces como señales para ver
si un día algún idiota me las devuelve.
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Pedro J.M.Valenciano
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