La tarde lloraba pinceladas de tornasol
mientras el sol se alejaba triste del horizonte.
Las flores difundían su pureza por el aire
y en su mejilla una lágrima moría lentamente.
La noche se despertaba somnolienta y azul
mientras La Luna observaba enamorada.
Las hojas meciéndose al compás del viento
y en su rostro palidecía una esperanza.
Nubes negras perdiéndose en el éter
el silencio como un suspiro que no tiene fin.
la madrugada bajando el telón de lo evidente
y en sus labios un susurro:
\"El no vendrá, ya no vendrá\".