Mar de espejos
relámpagos caídos
sobre los hombros
de una calle antigua
Olas que sucumben
ante la sal del otoño
Septiembre de cristal
que apresa los azules secretos
Huesos abandonados
en las nieves cautivas del tiempo
Sueños… tempestades rotas
No hay luciérnagas…
solo ecos atrapados en las sombras
Todo es un gris lejano
La piel muere en su estirpe
no hay cobija en los misterios
Los pies descalzos fantasean con auroras
no hay detalles rojos-amarillos en el crepúsculo
ni voces desnudas en las nubes del silencio
La recompensa se la lleva el invierno
siempre el invierno
en su ballet de San Petersburgo vence.
Como pájaros en busca de lo desconocido
las promesas quedan dispersas en el pavimento
El poeta huye lejos de los sueños.