Porque han dado las doce
sin que me diera cuenta
hay tanto, a esta hora,
que duele aquí adentro.
Porque reía cuando era joven
como si fuera un niño
el dolor estaba escondido
de ello nadie me hablaba.
Se corrieron los velos al aire,
se mostró la gangrena,
sentí el olor a podrido
cuando daban las doce…
Como despertar de un sueño
la visión se hizo opaca
el tiempo fue de ayuno
el vientre clamó ruidoso.
Bajo la niebla difusa
el cortejo invade la calle
los harapos caminan lento
los funcionarios apuran el paso.
Lanza un grito el beodo
empujando la puerta batiente
sirva un trago muchacho
y demos tres ¡viva la patria!
Las sanguijuelas del Congreso
con ironía y descaro
consultan por sus emolumentos
y la vigencia de sus prebendas.
En la orden del día, el reglamento,
interpreta lo que adolece de claro
y aclara por qué es inmune
el ebrio que dormita en su escaño.
Aunque lo niegue la gente
este es mi rostro, es de peña
azotada por la tormenta
y su sonrisa, solo una mueca.
Porque han dado las doce
y ellos no se dan cuenta
han encallado sus naves
en una playa desierta.
En una isla rodeada de dudas
se han perdido los nombres
porque han herido a su madre
no saben qué decir a sus hijos…
Copyright © Rodolfo Dondero Rodo
04.04.18