¡Oh, dulce niña, imponente reina!
Que en vísperas de nuestro esperado reencuentro
Dominas con simpleza, la totalidad de mi pensamiento
Inundando mi mente, con el insistente deseo de verte
Me pregunto, si las negruzcos pupilas de tus utópicos ojos
Han cambiado su mirada, en mi indeseada ausencia
Pues nada en esta vida, ni en la otra, sería tan desolador
Que la adorada atención que me regalas, se esfumara como vapor
Me pregunto, en el oscuro y gélido recorrido que nos separa
Si por un azar malévolo, nuestro esmerado amor, se habrá extinguido
Pues ni tratándose de la muerte, podría ser más cruel destino
Caminar mil, cien o un solo paso, sin estar contigo
Llegó entonces, al cotidiano picaporte, que me impide aún vislumbrarte
Y antes de hacerlo girar, pienso en ese pequeño pero decisivo instante
Qué sucedería si me plantearas, con sinceridad y adusto semblante;
Deseas, desgraciadamente, que nuestras manos, mas nunca se entrelacen
Y si así lo quisieras, con pena en el alma, de verte pararía.
Pararía el rugido de un huracán, las inmensas olas del mar,
El sofocante calor del Sol, de la Tierra su rotación
Por vos, pararía hasta lo imposible y mucho más
Pero si la fortuna me sonríe, y quisieras continuar, entonces lo haría;
Continuaría regresando todos los días, con presentes y caricias para dar
Continuaría luchando contra injusticias, contra la corriente y contra el mal
¡Contra el mismo Universo, continuaría buscándote hasta mi aliento final!
Y con lágrimas cayendo, como pacientes y constantes goteras
Con un ápice de coraje, destierro lo único que nos alejaba en ese momento;
Me miras con extrañeza, por el rubor de mis ojos y mejillas
Pero intuitiva, ya me conoces, te acercas y solucionas mi pesar, con un beso propio de película