La tierra reseca tendría
un poco del húmedo cielo
El cielo sería el suelo
de esta tierra
que suntuosa sube
y a la gloria aspira
Se callarian tantos pájaros,
incrédulos de nuestro vuelo
Se agacharian árboles,
alguna acacia distraída,
para no romperse la copa
contra una estrella perdida
Olvidarian tantos recuerdos,
que ya lucen cansados
Crepitarian tantos fuegos
queriendo ser el nuestro
que arde sin que nada
o ajeno le aviven
Haría silencio el mar a los marineros despojados del gran azul intranquilo
Capaces mirarian al frente
tantos tristes girasoles dolientes
Dormirian tantos niños acunados
por dulces e infinitos soles
Dejarían de existir
tantas palabras sin sentido
Callarian las mil razones
que siempre nos han regido
Pasarían tantas cosas
si nos dejarán solitos,
solo un rato
dos locos a solas
Que a los curiosos le saldrían
cuernos y colas
Aunque fueran
inocentes santitos,
o pudorosas señoras