Quiero abrazarte,
sentir tu corazón uncido al mío,
besarte los ojos con infinita ternura,
acariciar tu rostro,
hundirme en la profundidad de tu mirada,
perderme en el murmullo de tu voz,
sentir el calor de tus manos en las mías.
Quiero flotar en el mar de tus cabellos,
buscar tus labios y acariciarlos lentamente,
respirando el aroma de tu aliento hasta embriagarme
y poco a poco entreabrir la guayaba de tu boca,
saborear tu esencia,
que nuestras lenguas jugueteen
como gatos en celo.
Quiero sentir tu escalofrio,
tu cuerpo palpitar junto a mi cuerpo,
decir cuánto te quiero y cuanto te he querido.
Quiero soñar despierto,
imaginar que el tiempo no ha pasado,
que puedo tomarte entre mis brazos
y sembrarte la piel con mis caricias,
perderme entre tus senos
y perecer en el geiser de tus muslos,
beber de tu grial hasta embriagarme,
sumirme en la laguna de tu vientre
y entregarte la vida.
Pero hoy ya no es ayer,
han menguado mil lunas
y a pesar de los eclipses, yo te amo,
te amo más que entonces
si es que fuera posible
porque mi amor, es el olivo centenario
que a pesar de podas y tranplantes
sigue dando sus frutos
en nuestra nueva casa.
Esta noche, cuando tiembles en mis brazos,
derribaremos las puertas del infierno
y en la mañana
buscaremos a Dios en nuestro lecho.