Porque las risas lo ameritan,
los días pasan rápido y
las noches corren lento,
buscando oírlas,
muestras de estupidez que engrandece
nuestra hermosa niñez, la infancia
que algún día vivimos y
que poco a poco vamos dejando atrás.
La mejor risa no es la mía,
ni siquiera la del extranjero de ojos azules,
son las de los jóvenes que quieren seguir
siendo niños.