Pasa la tarde y no llueve
las nubes se disipan en tu mirada
y veo el rastro de dos lágrimas caer sobre la arena
que el mar bebe con avidez.
Mañana volveré
a contemplar tus ojos vacíos de horizontes
transidos de paisajes
ahítos de atardecer
esperando la lluvia.
Las piedras resplandecen
incandescente desesperación
que destella flama de ocasos infernales
hay un calor que aroma sombras descompuestas
como noche fermentada
en la hojarasca del barranco.
Si espero la lluvia
es para que el paisaje de tu boca
florezca rosas y cerezas a granel.