Se hizo el silencio y se adueñó de todo
no se escuchaban siquiera los suspiros
tu cuerpo levitaba entre mis brazos
tu alma se elevaba al infinito.
Desplegaste las alas, y en un soplo
planeaste por todo el universo,
el espacio y el tiempo enmudecieron
admirando tu vuelo boquiabiertos.
Me asomé a las ventanas de tus ojos
y era dios quien por ellas me miraba,
el amor infinito que tu alma
con su manto de estrellas me alumbraba.
Y sentí que escapaba de este mundo
más allá de planetas y galaxias
hacia un éxtasis de sexo, amor y fuego
donde Eros oculta su morada.