Hoy es un domingo, como tantos ya vividos
el sol apenas tibio, de un invierno que no llega
me encuentro algo solo, frente al cristal
en blanco, que poco a poco, ennegrece con estas letras.
Quisiera tener una mano
que se meta en el alma
y de un tirón arranque esta sensación
pesada y asfixiante, que siento
de estar preso, del frio, de estas paredes
de la luz que pasa por las ventanas.
Algo debe haber tras las cortinas
en el murmullo que llega desde la calle.
Estoy rodeado de cuadros, con imágenes
esa mujer que me mira indiferente
los paisajes, una marina de muelle y puerto
un paisaje holandés, esa copia de Manet
que alguna vez pinté.
Mis manos, con cierta torpeza, presionan las letras
mientras la música de un tal Moszkowski
concertantes, tratan de ordenar mi pensamiento.
Mis manos, supieron del placer
hicieron y rompieron tantas cosas
hasta golpearon más de una vez
la realidad
hoy solo escriben, como si aligerar el alma
fuese la forma de aliviar el equipaje
acumulado en el viaje.
La música se ha detenido
y aún no logro arrancar de mi alma
el agobio y las dudas
que siempre me llevan a pensar una y otra vez
del sol, la ventana, los muros
y ese rumor, que llega desde la calle.