Pasan los días, el viento sopla confuso.
Los ojos de la cima enceguecen
ante una negra realidad
de tristes sombras que vagan por las calles
y voces mudas que subastan su conciencia
Pasan los días, muere la aurora.
El oscurantismo y la hegemonía
recorren los cauces de los ríos que se secan,
y las arcas se llenan de oro verde
por el fétido barro que corrompe el alma
y el polvo blanco de la adicción
Pasan los días, gira el mundo.
El espejo se quiebra y escapan los reflejos,
son contrarios que escalan a los pedestales.
El digno y el honesto son lanzados a las ciénagas
y el indigno es alabado con galardones y decoros.
El asno y el parásito son enaltecidos,
el maestro es menospreciado y a veces pisoteado.
¡Las cloacas son admiradas como manantiales
y los manantiales desdeñados como cloacas!
Pasan los días y regresan cabizbajos.
Ahora sopla el silencio adolorido
ya cansado de tanto olvido y opresión.
Los huesos patrios se lamentan y sollozan,
aquellos seres que vivieron en el sublime honor
hoy sienten lástima por su curtida tierra
Pasan los días, los días pasan…
Los bufones montan su función
y las cómplices focas aplauden con fiereza,
con tanto salvajismo que sus manos sangran
y tiñen de rojo el azul del cielo…
El cielo que un día ondeó
la augusta bandera de la esperanza
De mi poemario: El tiempo y su legado