Cuando hayamos recibido la crueldad
de los ya nacidos
no salgáis de la habitación
hasta que el vino trasluzca
vuestras gargantas y
comulguéis complicidad eterna
el sueño de muchos
sería un fardo para desvelados
si abril fuera un jardinero amante
de terribles flores como fauces
que refresca los brazos pensativos
con sus latidos descapotables
entre algodones
sembrad el látigo ilegible
de lunas tan eficientes como el sol
sobre la frágil llamarada de tu espalda
que encarna la sombría sensualidad del maniquí