Me equivoqué.
Creí que el mar, era lluvia caer,
que era sol despeinado, en su lar,
que las crestas de espuma de sal,
eran nubes del amanecer.
Que era el pez, la gaviota al volar,
y que, en la noche y su oscuridad,
pavesas de estrella, doraban tu piel.
Me equivoqué, sí.
Como la Paloma de Rafael,
fue tu mirada serena al vibrar,
como el carro de Faetón.
Creí Amor, tu sana amistad.
El camino que empieza al revés,
es principio que se hace final,
y de él tus pasos, nunca volverán...