Sin importarme dejé tus manos
sobre las huellas de mis pies cansados…
y tú lo sabes bien, que el viento no responde
qué camino tomar entonces, si tus ojos no miran,
vagabundo momento es recordar tu beso
que recorría sereno
de tu boca a mi pecho.
Es sólo un sortilegio que me llena y se agolpa
¡déjalo subsistir! Porque me excita y roba
el aliento en la tarde
y por la noche llora.
Desde el fondo del abismo que esta sobre mi vientre
hay un hijo dormido o quizás ya está muerto
así es tu recuerdo
que el tiempo desvanece.
Te llenaste de mí y no puedes negarlo
pero yo ya vacié hasta el último agravio…
trascenderé en tus senos, en tu vientre en tu sexo,
te recorreré siempre como sangre en tu cuerpo
(es una maldición que me hallas desterrado
a los campos inermes de una vida, disoluta)
Ya dejé la parranda, el vino y el cigarro,
me estoy curando lento (de ti) que me enfermabas;
irreparablemente el sendero ha quedado
y la espina sin rosa y el aroma en el alba.