Alberto Escobar

Cáncer

 

Esquilo murió reventado por una tortuga
que cayó del pico de un águila, cuando
sobrevivió a los persas...

 

 

 

 

 


Hay ojos que acechan en el sosiego.

Puso todo su empeño en superarlo.
Lo asumió como reto.

Toda la energía derramada de su cielo
se precipitó contra la desdicha.
Se asomó al balcón para exhibir al aire
el arco de su sonrisa, era el éxito.
Miró el firmamento en espera de una señal
de orgullo de la madre Naturaleza, que le
acariciaba con su rocío ya tardío, caduco.

Los gladiadores dormidos en cada una de
sus células doblegaron a la bestia que le
pudría por dentro, a vida o muerte.
La ilusión, antes ausente, pintó de verde la
campiña donde yacían ya los caídos.
Pero la guerra no había acabado.
El enemigo resurgió, Ave Fénix.

Los negros ojos avizoraban el cambio de guardia.
Dieron el zarpazo fatal cuando las picas reposaban
sobre la arena.

No los debió dar por vencidos...