Un vocerío
aclama desde nuestro sótano
instaurar la rebelión
para derrocar la dictadura
que subyuga a nuestra esencia.
La estridencia
emana de esta lápida
que redobla sus esfuerzos
en la inscripción de su epitafio.
Enterrada, ya hace;
la intrepidez del espíritu
aún con vida
a pesar de las capas
que han moldeado al autómata.
Aunque en indicios, la esperanza
la esencia no deja reproducir su eco
en busca de una propagación sin intermitencia
coagulando a una sicofonía que implora
emigrar de este armadura inerte
y de los predios donde galopan los robots.