Que nunca me faltes madre mía,
fue la dulce expresión de despedida.
La fiesta terminaba y el hijo ya se iba.
En mis pupilas dos lágrimas nacieron
de ternura y nostalgia,
ella la dulce la linda viejecita ,
un beso posó en la frente de aquel hijo
que fue a su vez ejemplo de lucha y de coraje.
Era la fiesta del cumpleaños 101,
y mil de experiencias y caminos,
era el primer año que cumplía,
después de un siglo de bellas historias.
Hubo buena comida globos, refrescos
trago música y un gran pastel,
hubo amor y ternura hubo amor.
Bailo ,comio, y festejó.
Conto historias de amores infantiles,
esos que atesora en su fresca memoria.
Lloró, rio y se emocionó, cuando
toda su gente alegré le canto:
Que los cumplas feliz.
Que los cumplas feliz mi linda viejecita,
y que sigas cumpliendo
muchos años feliz-