A veces las ideas te acosan como moscas,
se te meten por los ojos, te invaden la boca,
pretendes espantarlas, pero te zumban en los oídos
y revolotean por tu mente hasta hacerte enloquecer,
mas cuando intentas capturarlas
se escurren entre las manos, y vuelan veloces
huyendo hacia el horizonte.
A veces son esquivas, se esconden en los armarios
como ropa vieja y crían polvo en los estantes del alma,
otras son lascivas y se enredan en tu cuerpo
haciéndote el amor por las esquinas,
porque las ideas son libres y vuelan de lor en lor
como abejas en verano, libando en unas, fecundando otras,
aguijoneando la imaginación dormida
y azuzando a las musas cuando hacen la siesta.
Las ideas se escapan y jamás regresan
si no encuentran tu mente de vigilia,
nunca llaman dos veces a tu puerta.
Como hembras despechadas, odian
a quien no supo amarlas en silencio,
a quien no se rindió a sus cantos de sirena.