Como señales de humo mis versos van al cielo,
atraviesan trigales, abriles, calendarios,
amanecer de otoño, lunas de historias viejas.
Acosan los cristales con aullidos de nieve,
se agrietan en las sombras de anónimas ciudades
entre un vaho de ausencia y murales en llamas.
Reverdecen en bosques con canciones de lluvia,
reinventan paisajes de golondrina errante
y llenan los silencios con pasos transparentes.
Mis versos son señales que van dejando huellas
como aquellas del cuento, el antiguo cuento
que leía la abuela en las noches de viento.
Se agolpan en jardines y en el platear de luna
acopian llantos huecos de azules campanarios
y temblores de estrellas caídas en las charcas.
Se alimentan de trinos y amanecer rosado,
atando al carro manso de llantos reprimidos
las tibiezas de nido y los dulzores de abejas.
Alguien golpea a mi puerta y me deja una sonrisa
a cambio de un poema ajado y mal escrito.
Y aunque me quede solo, su amor está conmigo,
porque al fin y al cabo, a ella y sólo a ella
le escribo mi poesía, con sus manos en mis manos,
con su risa en mi risa, con sus ojos en mis ojos.
(Mis versos son ladrones de sueños de otros mares
que dejan en su almohada ramos de rosas rojas
y una dulce caricia que la despierte al alba)
Derechos reservados por Ruben Maldonado.