¡Qué plasticidad, . . . no tienes piedad!
Por bella pirueta
el mundo respeta
el nueve de atleta
de una camiseta.
Tu cuerpo perfecto
y enorme talento
le dieron al fútbol
el más lindo gol.
Recuerdo el partido,
el estadio lleno,
minuto noveno
Madrid atacando.
Un balón por aire,
el centro correcto,
ese Martín Vázquez
sí tiene intelecto.
La diste la espalda
al arco enemigo,
pegaste gran salto,
alzaste los pies.
Dos metros y medio
arriba del pasto,
la defensa solo
se quedó mirando.
Con botín izquierdo
hiciste contacto,
hubo exactitud
en tiempo y espacio.
Vuelo del portero
inútil, por cierto,
la bola girando
se metió angulada.
“Huguiña”, . . . faena,
la gente asombrada
que te ovacionaba
pañuelos blancos sacaba.
Se gritó tu nombre,
¡torero!, ¡torero!,
diste otra maroma
fue tu puño al cielo.
En medio del campo
con las manos juntas
inclinas cabeza
muy agradecido.
Al fin del encuentro
el arquero Pérez
y el silbante Brito
también te elogiaron.
Aquel día diez
de ese mes de abril
de mil novecientos
del ochenta y ocho.
La figura de Hugo,
del rey Hugo Sánchez,
quedó para siempre
plasmada en mí mente.
Allá, en Logroñés
nunca lo olvidéis,
tú anotaste “Hugol”
¡todo un Señor Gol!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 12 de noviembre del 2006
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