Ya no siento la voz inmaculada
que en bíblico tronar fuera mi aliento;
ni véola a Esperanza; sólo siento
la ausencia abrasadora de Su fe.
Perdí la rienda azul de mi cuadriga
y anarquía hoy asfixia mi gobierno.
Mi antigua cornucopia hoy es un cuerno
vacío y putrefacto que boté.
¡Qué vil y engañadora que es la vida!;
te entrega con amore a los gusanos
de imprevisto, y te empuja con sus manos
al arcano sin luz de algún desván...
Yo, a la labor de la vida resignado,
revisto mi coraza de Maldito
y sigo mi camino de proscrito
a la luz de la buena Aldebarán.