Te disiparás
como las ondas del estanque cristalino
y yacerá tu mirada en el fondo remoto
cual marca indeleble revelando verdades
de cuyas aguas beberán generaciones
que no sabrán del martirio de tus días.
Te sumergirás
por las aguas del misterioso Aqueronte
casi transfigurado en alga, piedra, sierpe...
para renacer en cada flor, pájaro, luz...
del reino donde las almas moran
plácidas de eternidad.
Todos anhelarán transitar tu senda
pocos podrán hallar la huella de tus clarividencias
lo he intentado:
por eso sigo desilvanando horas,
manoseando vocablos,
escribiendo tu nombre.