Emil Cerda

Mi color favorito

“Todos se concentraron a tal fugaz llama en plena clientela. 
Cosa que absorbió los ademanes de cierta perra nostalgia, 
Encima del fulgor del arzobispo se escucharon las suplicas, 
De tigres sin colmillos escarbando en el mar de Clavos Anillas.

“Prefiero mil veces el león que hay en mí, 
Para así infringir el suceso del frenecí, 
Para volar como el colibrí 
Haciendo el amor al aire, ¡Rubí!

“Tanto me excito entre estos monos 
Que no sé si esto es un monólogo 
De personas clavadas en cotomonos 
Restregando su piel al sexólogo.

“Preferiblemente en el carrusel de la Muerte yo sea el siguiente. En ese tren llamado Vida, quisiera quedarme para mirar el paisaje de decisiones de las tierras en el terreno llano y amplio, y sucio como lo es allá afuera. Las gotas caen tácitamente en el cuerpo del vagón, dando lugar al carbón de poner seguir explorando. Me paro de mi asiento y veo a mi al rededor los asientos, con un cartel que dice: “Reservado”. Pensé en mi refrigerio del temor, seguí caminando en ese andén de mi frente. Tengo chichones de alegría, diciéndome que esos asientos son la cosecha de la matriz, dentro de la meretriz, tan llamativa y llamada: “Cáliz del sexo”.

“¿Cómo no voy a hacer el amor contigo, Surrealismo, si por usted es que yo escribo? Ven, chupa mi pluma y excítame y hazme gemir hasta hacer un acróstico de tu pasado, de tus huellas en mi piel. Sabor a hiel es lo que sienten esas malditas lobas, quieren que usted y yo nos separemos... ante eso, te expongo:

“Hazme el amor como se lo hiciste a Quevedo, Darío, Cervantes, Góngora, Cernuda, Dante, Lorca, Mistral, Gabo, Mir, Cerda y a esos recursos literarios.

“Te siento, ahora méteme completo tu Saber en mi pecho. Hazme tuyo, como ayer, como los años anteriores, como los de hoy, como los que vienen. Tantos mensajeros faltan para enviar su lechuza, pues yo seré el búho de su envío. Ven a mí. Ve con Migo y conmigo.

“Hiciste todo por ellos 
Desde tu pecho orgullo, 
Siento que soy tuyo, 
Tu memoria en mi cuello.

“Mímicas andan andantes, 
Con mimos de sorprendentes 
Globos imitadores irritantes, 
De ruidos enteros, adherentes.

“En mi piel se quedó tu lunar, 
El chupón de adjudicar 
En presente tuyo: 
¡Aleluya! ¡¡Tú eres mi joya!!

“Y por mí vendrás, 
Porque me tendrás: 
En tu mirada, 
En tu cruzada.

“Urones saltan, 
Usando chanclas, 
Usaron mi agua, 
Usaron mi potable.

“¡Oh, desgraciada Fatima! 
¿O es así tu nombre? 
O sea, puede ser, 
O no, depende.

“Es mejor así, 
Eres para mí, 
Eras para ellos, 
Entes de ti en mí.

“Esos callejones del Ensanche la Fe, 
Me enseñaron el término humilde, 
Entre paredes estrechas me crié, 
Entre ellas vi mi talento ascender.

“Te amo, Santo Domingo; 
Te extraño, Villa Juana; 
Te suspiro, Villa Mella; 
Te respeto, Santiago.

“Prefiero a Cristo como Rey, 
Que Na’ de agua ver caer, 
Mientras Elías me comente, 
Qué pasó con Tiradentes, 
Gomez, Febrero y Sánchez.

“Hermosas como Punta Cana, 
Boca de esa chica; Verde como 
Los Haitises, blanco como el pico.

“Caballeros de caballeros, reparten, 
La morena en La Romana, 
Diciéndome: ¡Por fin, levántate, Emil, 
Ganaron las Estrellas!”.