Eterno maestro de los ingenios,
compositor de veintisiete notas,
por tu infinito talento denotas
que en el teatro no existen convenios.
Tus versos, que vivirán por milenios,
dejan las almas compuestas o rotas,
y en mi andar tus sonetos son las botas
para alcanzar los ideales reinos.
Fénix, no renaces porque no mueres,
que tú, monstruo de la naturaleza,
con la pluma más que una espada hieres.
Aunque hoy el arte se mude en torpeza,
el profundo valor de tus haceres
ya ha dado a España la mayor grandeza.