Los dedos aprendieron la lección.
Las brasas de tu piel afuera, por dentro son.
Distintas al tocarlas o penetrarlas como son.
Los brazos se hacen huéspedes sabiéndose alivio a tu calor.
Una noche, un jubileo en tu balcón.
La entrega intacta del afecto como si hubiera pasado abrazando la vida.
La palabra tierna con mirar profundo que lentamente se oculta como una imagen de amor sombrío.
Te miraba escondido entre el deseo y el miedo.