En mi alma se ha metido
la amargor del pensamiento
y mi corazón crujido
soporta apenas mi cuerpo.
Mi desprecio es mi aliento,
mi desesperación mi fuerza,
con la mirada perdida,
cruzó el asfalto con rabia.
Nublado mi entendimiento,
sin apenas despedida,
sueltan mis manos la vida,
marchando de infierno a infierno.