Las alas de la muerte me cobijan, mi vida condenada
esta pues le vendí mi alma con tal de no llorar.
Mis ojos se cerraron y sin más que decir, me llevo por
el camino más oscuro, arrastrando mis penas cargando cadenas.
Me arranco la vida de un suspiro, el corazón dejo de latir
y empecé un largo camino en el inframundo, donde tendré que sobrevivir.
Le di mi alma y me mando en la barca del olvido,
me dejo naufragar y morir sin suspiros.
Mi vela se apagó y voy camino al olvido, donde jamás saldré, por dejar de
sufrir perdí y me toco pagar con mi vivir.
Solo espero que allá sea diferente y aunque perdí, se
pagar y por eso al inframundo fui a parar.
No tengo miedo pues ya no se sentir y aunque perdí,
mi alma descansa en paz y no volveré a sufrir.
La gloria es grande pero no es para mí pues cometí el pecado de intercambiar mi
alma por días sin dolor que me condenaría hoy adormir y despertar en el más allá.
El único jardín y las únicas rosas las dejaran en mi pecho
y se irán marchitando mientras me voy alejando.
No lloren por mí no me dejaran partir entregue mi
alma y este fue mi destino viviré en el inframundo por el resto del camino.
Es bella y pasaras a mejor vida pero yo no voy para allá mi
barca ya llego y al inframundo me llevo.
Es hora de partir y al inframundo vivir, mi barca ya llego solo vine a
despedirme, a decir que estoy bien solo déjenme ir y descansar en paz en el más allá.
Voy del brazo de la muerte condenada y aun que me voy
lastimada, sé que en el más allá jamás volveré a llorar.
La muerte para muchos es dolorosa para otros una solución,
pero debemos dejar que llegue sola ya que todos tendremos nuestra hora.