He olvidado todo de mí:
mi nombre sin esdrújulas, sin tildes...
mi apellidos llanos y pacíficos...
mi edad (si es que la tengo) inversa a todo...
los oficios que usurpé sin permitirlo...
mi domicilio múltiple (¿existe)...
mis aficiones, semánticas y apodos.
He olvidado, en fin,
mis fines y principios,
sí acaso definió mi vida triste
una falsa identidad sobre mis hombros.
He olvidado mi especie y género, indistintos,
a mi familia, mi tiempo y mi país...
No olvidé la forma, sí el fondo...
y en el fondo mi amnesia me sonríe
mostrándome sus pares de incisivos
y unas fauces con la lengua que perdí...
No creo, al cabo, que haya olvidado todo,
sólo lo que expresa en mi extravío
los modos de llegar y de evadirle,
como un fugaz escorzo, al ser en mí,
al que visto, sufro y ya no nombro...