Una mañana he visto el otro lado de un asombroso día, parecía ver la vida reflejada en ese pálido y aludido cielo que me revestía de coraje.
Una taza de café acompañaba mi cabizbajo mientras los recuerdos se me paraban enfrente y recordándome lo cual inútil eran rememorarlos.
Si fuera tan fácil vivir no valdría la pena morir y así dejando pendiente el adiós que no causaría ningún dolor.
En lontananza se vislumbra el porvenir destampando hasta lo indebido, resulta ser que siempre nos veremos atrás atormentados por sentimientos que aún no cesan en paz.
Ahí estaré yo, de aquí algunos años con los mismos pensamientos y ahogándome en la inmensidad del cielo, diciéndome que resulto igual.