Las sombras me tejen,
como una cuenta de cristal,
como agua petrificada,
al crepúsculo de todos los dioses.
Llueve.
Gotea el amor desde mis ojos
al fondo oscuro de las desilusiones.
Búsqueda inútil del forense
disecando mis neuronas encríptadas
como menínges expuestas
a todas las infecciones estelares.
Llueve.
Resbala tu silencio en la ausencia diaria
mientras te percibo en cada centímetro
de mi entorno, salvo en mi, cuenco vacío,
crisol helado de sangre nueva.
Llueve,
y el nuevo mar que nos separa
consume hora a hora las arenas.
Luci Garcés.