Tú, que cultivas la mente de la juventud
que alumbras el sendero de la esperanza
animas, instruyes y das confianza
conduciendo nuestras almas a la rectitud.
Maestro, tu palabra debe ser sagrada
tu instrucción, libre, sana y verdadera,
tu presencia nos lleva a la imperecedera
sabiduría que trae la necesaria alborada.
Eres el guía que en estos duros tiempos
nos lleva de la mano cual griego ayo
hacia la luz, que alumbra cual un rayo
a la acción de lo imposible, a los portentos.