Los párpados se cierran soñadores
en tu cuerpo que tiembla hacia la nada,
tu voz es la proclama desquiciada
donde anidan mensajes pecadores.
Tus deseos son meros invasores
en este corazón que está contrito.
Donde amar o no amar no es un delito
en tu vieja traición sin argumento,
que rigurosa mueve el sentimiento
hacia el radio de tu iris pequeñito.
Tu existencia destino del Bendito
es ansía de tiempo, de un instante,
que huye con paso enorme de gigante
hacia sombras oscuras que no admito.
Con el ceño fruncido de tu grito
no puedo equilibrar la paz del día.
Ya el muy lejano amor me requería
implorar en las puertas que yo amaba,
pese a que tu desplante lastimaba
asumiendo que todo cambiaría.
Claudio Batisti