En un espacio remoto
de una tierra tan lejana,
en un tiempo sin medida,
con una mente más sabia.
Sin nada de territorios,
de banderas, ni de vallas;
de cañones, ni de guerras;
de enemigos, ni de rabias.
En compañía de gentes
en inmensidad cercana.
Qué difícil es creer.
Qué difícil de explicar.
¿Hacia dónde caminamos?
Hacia donde el alma vaya.
Si hacemos caso a la ciencia
el camino es a la nada.
Pero, si el alma existiese,
hacia donde el alma vaya.
Y hacia ese espacio remoto,
de una tierra tan lejana,
en un tiempo sin medida,
de existir,
hacia allí camina el alma.
Las almas de tantas gentes
que su vida de esperanza
fue rota en algún momento,
pero sin perder su calma.
Una calma conseguida
por la vida que da el alma.