Cabe en mi alma cierto influjo
de brisa y misa celestial
cuando el fardo de hiel empujo
hacia un abismo sepulcral.
Entre carrara y mármol jonio,
soy un Hamlet que gusta oír
los monólogos de un demonio
con pretensiones de faquir.
Sobre mi sien, la dura espina
da libre acceso a mi estertor...
¡Señor, que mi estrella declina,
tu luz alúmbreme, Señor!