El río llega cansado al mar,
se entrega tras regar campos y desiertos
transformándolo todo en paraísos ciertos
ensenñándonos a amar.
Amar es dar sin esperar pago,
vivir para ayudar a bien vivir,
vivir para ayudar a bien morir,
y hacer este trago menos amargo.
Tan innumerables como las estrellas.
Son los seres humanos que habitan el mundo.
La existencia de la tierra podría ser bella,
si de verdad fuéramos hermanos,
y se apostara por la vida con un si rotundo.