Si el oro se tropieza con tus ideales
rómpele los huesos y el karma.
Caminas por las calles en luto y el hombre
del grito ausente remueve su café de cenizas
como si fuese un pecado de virtudes.
Completas las ideología de los sueños
con sal, hierba luisa y dudas de argento;
sonríes al saber que el aullido
muere desconsoladamente frente a los blancos
argumentos del agua y el fuego
de los falsos profetas.
Si el oro se tropieza con tus desventuras
cómprale un sudario al sol.