En un dulce atardecer
me sorprendía el lucero...
mas de a poco se hizo noche
cubriendo entero mi cielo.
Siguió allí muy encendido
relumbrando su alegría
... se veía como la estrella
que hoy es ni norte y mi guía.
Son los fulgores de Venus
que me llenan de energía,
me alumbran para consolarme
y dan sentido a mi vida.
Aliento que tenaz se imprime
con fuerza que su luz emana,
vigor que se va filtrando
... con el permiso de mi alma.
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Jorge Horacio Richino.
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