Jose Luis Morales

DESPEDIDA

Usted y yo jamás nos despedimos.

No dijimos adiós ni un “hasta luego”.

Y vaya que sabemos que hubo fuego

y, aunque no fuera amor, sí nos quisimos.

Tal vez un poco más que otras parejas

y mucho menos que Romeo y Julieta,

pero sospecho que usted y yo sentimos

y gozamos de Cupido la saeta.

No estaría mal, después de tantos años,

tomarnos un café y así enterarnos

en charla casual, de amigos viejos,

cuánto llegamos a extrañarnos

una vez que estuvimos ya muy lejos.   

Y cuándo fue que por fin nos olvidamos

a pesar de que usted y yo nos conocimos

en bíblico sentido, y disfrutamos

igual que Adán y Eva. ¿O lo negamos?

Ya no habrá en nuestros vientres mariposas

ni habrá palpitaciones desbocadas.

No le regalaré un ramo de rosas

ni un ramillete de violetas desmayadas.

¿Qué importa que el tiempo haya pasado?

¿Qué importa si la piel ya se ha arrugado?

Es también natural que en nuestras almas

y en nuestros cuerpos ya todo haya cambiado.

Mi sentir es de amigo, simple y puro.

No espero que volvamos a besarnos,

y mucho menos –le aseguro-

que usted y yo volvamos a acostarnos.

Solo quiero concluir la despedida.

No me gusta dejar cosas a medias. 

Decirle “hasta nunca, amiga mía”;

llevarme una memoria compartida,

dejar una flor sobre la mesa

y regresar en silencio hasta mi vida.

 

©Luis Morales

Abril 10 de 2017.