Eres aquella hiedra venenosa
Que con sus dulces besos me mató,
Con sus caricias cálidas me dio
La noche más genial y esplendorosa;
Eras, en apariencia, como rosa
Llena de aquel perfume que embriagó
Mis carencias ocultas que llenó,
Con presencia sutil y candorosa;
Hoy herido quedé, ya sin sentido,
Enajenado por un fatuo deshonor
solitario quedéme en el olvido
Hundido en un profundo desamor:
Desfalleciendo estoy triste y perdido
Por no haber defendido tanto amor…