Muere Siria y su muerte clama al cielo,
es urgente parar el genocidio
que se está cometiendo en suelo sirio,
ante un mundo tan sordo, mudo y ciego.
Parar esta masacre es muy urgente,
pero el pueblo bien poco puede hacer,
a las víctimas cabe socorrer,
y es todo lo que puede hacer la gente.
Patalear se puede ciertamente
y también maldecir a los señores
de la guerra, que, a salvo de rubores,
la promueven tan descaradamente.
Se puede no votar a los partidos
financiados por ciertos fabricantes
de armamento, con cláusulas garantes
de que luego serán favorecidos,
pero no nos podemos engañar:
tan grande es su poder de corrupción
que a los electos, tras de la elección,
en sus redes consiguen atrapar.
Son las élites que todo lo enmierdan,
esa gente que manda realmente
pues manda en quienes, aparentemente,
en todo el mundo mandan y gobiernan.
Decía Galeano y es verdad
que en la ONU, con veto en la Asamblea,
los amos del negocio de la guerra
parecen ser garantes de la paz,
como lobos cuidando las ovejas,
y lo hacen por político interpuesto,
al que antes eligieron, por supuesto,
para no enseñar mucho las orejas.
Titulares de una riqueza inmensa,
todos los estratégicos sectores
los tienen en su mano estos señores,
también la comunicación y prensa.
Para vender las armas que producen
las guerras necesitan y promueven,
lo que hace que las armas se renueven
y asi es que sus finanzas bien relucen.
Mucha gente, sintiendo la impotencia
ante el dolor y quizá en su ignorancia,
recurre a la oración, cuya importancia
se achaca a la divina omnipotencia.
Pero hay algo que no logro entender:
supuestamente, existe un plan trazado
de antemano, en que Dios tiene anotado
lo que en cada instante ha de suceder
y orando se pretende retorcer,
por lo visto, su santa voluntad
por si, de acuerdo a la necesidad,
su injusto plan accede a rehacer.
Tal parece que vano es el intento;
habría que preguntarse también,
de acuerdo a la necesidad ¿de quién?,
pues tendrá Dios, para elegir, un ciento.
Hará ya un lustro que el papa Francisco
promovió una cadena de oración,
pidiendo para Siria paz a Dios,
en vano, que allá sigue armado el cisco.
No parece que Dios cambie sus planes,
o acaso antes que al papa Dios prefiera
ceder a los señores de la guerra,
pues todo casa bien con sus afanes.
Si Dios no tiene plan, y acaso quiere
esperar a que los fieles le recen,
para saber los males que acontecen,
no cuadra bien con él que así se entere.
Si alguna acción factible aún nos queda,
podría ser montar un “a por ellos”,
y si he de señalar quienes son ellos
diré que los señores de la guerra.
© Xabier Abando, 17/04/2018