Jose Luis Morales

FLORES DE INVIERNO (A Gabriela)

Ha cambiado mi antigua lozanía a las arrugas tácitas del tiempo.

Mi fuerza juvenil se ha transmutado en la fuerza sagaz del intelecto.

Quizá no desfallezcas por mis canas, pero habrán de fascinarte mis aciertos.

Mi fogosidad de ayer se ha transformado en una tibieza de silencios.

                                                 

Ya no tiembla mi piel ante el impúdico contacto de otros cuerpos.

Mi vana alegría primaveral se ha vuelto reposada sonrisa de contento.

La fresca carne femenina ya no es más mi delicioso y lúbrico alimento.

Hoy me basta saberte aquí, a mi lado, alegrando todos mis momentos.

 

No soy más ni menos del que fuera antes, pero me siento más entero.

Si antes corría en pos de la alegría, ahora la alegría sale a mi encuentro.

Si anhelaba antes de Midas la riqueza, hoy me basta y sobra lo que tengo.

Dicen que fui un Don Juan empedernido, pero yo de eso no me acuerdo.

 

Le llaman triste y agria senectud a esta alegría de ser lo que yo quiero.

No me agrada que así la califiquen, pero tampoco es causa de desvelos.

Hoy mi ser vibra con la aurora de tus ojos que miran con recelo

cuando alguna amiga hermosa se me acerca en busca de consuelo.

 

Y se estremece mi ser de punta a punta cuando me miras en silencio

y tus ojos me dicen que me quieres aún más que en el primer encuentro.

¿Qué más puedo pedirle yo a la vida que sentir lo que siento?

¿Qué más puede regalarme la fortuna que las flores de cada uno de tus besos?

 

 ©José Luis Morales Villarán.

Julio 7 de 2008.                                                            

McLean, Virginia.