Tú eres mi Norte,
la cara oculta que en la neblina
ilumina mis senderos,
que con su sonrisa
abraza mis frutos podridos,
cuando mi alma llora
los frutos perdidos,
tú me abrazas con esa ternura infinita,
que todo lo sana y me impulsa de nuevo,
cuando los bosques se vuelven desolación,
tú te conviertes en mi bosque bendito,
refugio de mi alma,
la tierra donde caen mis lágrimas,
donde lo infinito se une con lo finito,
donde lo mundano se une con lo divino,
lo perfecto con lo imperfecto,
solo porque tú sabes calmar,
mi espíritu inquieto,
cada vez que convierto
las violetas y rosas
en moscas y gusanos,
solo porque tú me entiendes en
esos momentos de desolación y oscuridad
es que sigo aquí creando un nuevo
y alegre blues,
con esta guitarra vieja,
que le canta a la luna, al sol y a la lluvia,
a la estrella perfecta y a la imperfecta también.