Wellington Rigortmortiz

* El Llanto del Fénix

Juntos, hemos surgido de las cenizas,

del fondo del olvido, hemos,

escapado del vientre infinito del vacío,

el dolor se ha transformado

con el pasar de los siglos, de las eras,

en un sueño magnifico, lo viví todo,

ese mundo mágico, grandioso

que no posee límite alguno,

en la inmensidad de la distancia,

los dos atravesamos un cosmos

tan arcano, siendo polvo de estrellas,

acariciamos miles de atmósferas;

ahora, después de millones de años,

mientras caminaba descalzo

por este sitio ajeno a mi pertenencia,

vuelvo a encontrarme contigo,

amante viajera extraviada

en los confines del tiempo,

igual fue nuestra partida,

creando nuestro propio viento

para impulsarnos, pero, sin respirarlo,

olvidaba que partimos de sitios distintos,

pero, sentí tu presencia al igual que la mía,

desprendiéndose de la placenta

de un universo que nos era cruel,

que nos había combustionado

hasta reducirnos a fino polvo;

te perdí de vista en el inicio del exilio,

llegue primero aquí,

adelantado en el éxodo,

atravesando azules espirales gigantescos,

seduciendo al tiempo

para que deje de posar

su mirada fría sobre mí.

 

He recorrido gran parte de la que tu podrías

sobre la piel del destino, y,

sobre su manto que lo cubre, ha sido la vida

un ciclo indescifrable de nacimientos

y muertes consecutivas, todas con una razón,

con un propósito, el de seguir manteniéndose

por encima del tiempo como hija predilecta

de un ser todopoderoso, al principio te temí,

aquí existe una fuerza invisible,

crea, destruye en beneficio de un bien

y también de toda maldad,

más en esta segunda, no es imperecedera;

la espera se fue extendiendo

en muchas puestas de sol,

en un sinfín de lunas, de eclipses,

desde la cumbre más alta de esta tierra

tan gris y blanca similar

a mi cabellera y barba, largas las dos,

comencé a sentir

tu presencia aproximándose,

te vi atravesar el océano,

calentando su superficie,

y reducir tu tamaño,

mientras a mi te acercabas

hasta caber en mi mano,

un pequeño corazón de fuego late

absorbiendo mi liquido espíritu azul,

en figura celestial te transformas,

tus formas tan femeninas

se van esculpiendo ante mí presencia,

abrazadora energía que rejuveneces mi ser,

…juntos, surgimos de las cenizas,

del fondo del olvido escapamos,

de su vientre infinito, de su vacío,

he recorrido

gran parte de la que tu podrías

sobre la piel del destino, y,

sobre su manto que lo cubre,

la espera se fue extendiendo,

y ahora, en este sueño, eres mi verdad,

he despertado,

con la sensación de tu abrazo,

del aroma de tu piel, de tu cabello,

con el sabor de tus besos y aliento,

la espera, aún se va extendiendo

en muchas puestas de sol,

en un sinfín de lunas, de eclipses,

días sin noches, pues las hago mías,

así como tú, me posees en las mismas,

en las que las lágrimas del Fénix,

caen sobre la piel del amor

que nos aguarda, oculto

dentro de su cofre de oro y plata.