Hoy la angustia me combate y el día se me aleja,
visité el camposanto y el corazón fue una bruma,
el aguijón de la piedad hirió mi vientre.
¡La ciudad del frío a muchos aprisiona!
La vida es leve ámbito, fugaz encierro.
¡Pronto he de vivir antes que el silencio me arrastre
a su cueva! ¡Pronto he de reír, besar
y cantar antes que mi boca sea barro!
Pronto he de amarte antes que el alma caiga al suelo,
y mi dicha sea de piedra.
En la penumbra doliente me negarás el beso,
temerás que a tu belleza la amarre en lo umbrío.
Mis cavilaciones son grilletes, el insecto de las palabras
se me escapa.
Mi cerebro es crepúsculo dormido,
una tormenta de sueños hay en mis ojos.
Si pudiera evadir la sentencia,
¿qué sería de mi con los siglos por delante?
¿Sería un libro de carne abatida, con todo el saber
amontonado? ¿Sería guardián de los vientos?
Hoy me enreda la taciturnidad los huesos,
desde el fondo del alma una garra me sube.
Quisiera que mi ser se desnudase de las ansias
y fuera a vislumbrar otros laberintos.
Ah! Hoy visité el camposanto y un desierto me invadió,
la risa cayó en un pantano, la soledad llegó de golpe
como un caballo furioso.
El espacio de la niebla desde lejos vislumbraba.