Siendo apenas un niño no sentía cansancio alguno
de mi pequeño cuerpo que crecía fuerte y rudo
entre pueblo y campo recorría sus caminos
para llegar a la casa de parientes o algún vecino.
Allí me esperaban la carreta, los huelles y el yugo
listos para empezar el trabajo y arar la tierra
mi abuela despierta me miraba desde la ventana
preparando el desayuno y tener una buena mañana.
Con mi hermano mayor cantando y haciendo alguna travesura
los huelles haciendo su trabajo, en una tierra seca y dura
los tíos nos miraban sentados en la cerca
preparando una buena cupilca de harina con agua fresca.
La tierra se ve buena, en ella se tendrá buena cosecha
sembraremos papas, trigo, o talvez, almacigós de arveja
ya se termina la jornada, nos iremos a descansar
mañana será otro día con la abuela y los tíos, vamos a sembrar.