En este camino blanco, tu cuerpo
se acuesta,
se desliza y disfruta. No es un camino
para los pasos, sino para el vuelo,
el sudor, las bombas y los cantos.
No tiene hora de salida,
ni tiempo que lo ate al destino.
Un ángel de gozo lo mantiene fresco
y el placer se embriaga de golpe
y el placer no acaba la sed.
Es más fácil borrar las heridas
cuando estás desnuda,
aunque luego retornen
siempre será pretexto para borrarlas
otra vez.