walter luis

Historia de Pescadores

 

 

Pescadores van y vienen

por las aguas rumoreantes

en las noches caribeñas

alumbradas por estrellas

y la luna enflaquecida

por tantas fases cambiantes.

Navegan acariciados

por los vientos sibilantes

producidos por la proa

en su avance cortante.

 

Todo el día hubo recuas

que abordaron las redes

llenándolas con bondad

para que el negro Remigio

pudiera volver a puerto

y a la mañana vender

las ofrendas que el mar

muy bondadoso le dio.

(Pero antes de dormir

bueno es un trago de ron).

 

Siéntate a santiguarte,

y digamos unos rezos

al Dios de los pescadores

pa que volvamos enteros

dijo a su ahijado Zenón

que oficiaba de aprendiz.

Pero dígame padrino,

pa qué precisamos rezos

si siempre hemos llegado

con la destreza y el viento.

 

Mira chico, no se sabe

con qué nos vamo a topar,

si puede ser la luz mala

o un barco de piratas

que nos saquen lo ganado

y nos manden a la playa

con la bemba hasta el suelo.

Y como dicen los viejos

y aunque nunca los ví

lo mejor es prevenir.

 

 

 

 

Padrino, lo que yo creo

es que no creo en los cuentos

de piratas y ladrones.

Y sin querer ofender

la luz mala, con reparos

y pa usté, mis respetos.

La vuelta está asegurada

lo que flota siempre vuelve

haigan o no haigan piratas

y tampoco luces malas.

 

Áspera piel canela

curtida por muchos soles

y por el agua salada;

manos encallecidas

por las sogas y las redes;

golpeadas esas espaldas

por las olas y tormentas,

y ese crónico cansancio

por el esfuerzo y el mar

que entumecen los cuerpos. 

 

Y ahorita mi ahijado,

la oración y a dormir,

ancla y timón atemos

y pa mañana lo invito

 a un buen toque de santos

adonde vamo a cantarle

al sonar de tumbadora

a los dioses africanos

por la pesca que nos dieron

pa llenarnos las bodegas.

 

La luna se fue a dormir

escondida entre las brumas

y la  pequeña barca

quedó en la oscuridad.

De pronto una tenue luz

se les acercó sin  ruido,

como si alguna luz mala

 les hubiera aparecido.

Venga negro, que agachados

el cuerpo vamo a esquivarle.

 

De pronto llegó la luz

derecho hacia sotavento

sacudiendo a la barca

al darle un golpe seco.

Los peces en las bodegas

despertaron de su sueño

y nadaron en las aguas

que en ellas los conservaban

 y los dos hombres morenos

continuaron con los rezos.

 

Muy cerca del medio día

el agua trajo los cuerpos

de Remigio y de Zenón

que habiendo salido a pescar

sólo sus almas volvieron

vestidas de soledad.

Envueltos en sus mortajas,

 ambos vestidos de blanco,

toque de santos les dieron

y misa de cuerpo entero.

 

Después de varias semanas

cuando todo era olvido

reparaban un barquito

en una pequeña isla

y lo pintaban de nuevo.

Más adentro, en un claro

dos piratas descansaban

sobre los pastos verdes

y uno de ellos contaba

historias de pescadores.